Para un pueblo como Devoto (norte de Córdoba, 6.000 habitantes), una cooperativa es mucho más que lo que produce y vende. Es empleo (trabajan unas 500 personas), pero también el club, servicios públicos como agua, televisión por cable, internet, una guardería, hotelería y, por supuesto, servicios agropecuarios y de producción de alimentos. El valor que agregan es económico, pero también social.
La historia de Capyc está íntimamente ligada al deseo y los sueños de Domingo “Mingo” Benso, creador y director general del Grupo Cooperativo Devoto. “En mi época de estudiante, nuestro pueblo venía de ciertos inconvenientes, no había progresado como otros que yo había tenido oportunidad de conocer cuando visitaba los pueblos y ciudades de mis compañeros. Por otro lado, Sancor, que en algún momento había dado empleo a casi 500 personas, se había empezado a automatizar y empleaba a la mitad. Todo eso me llevó a buscar una oportunidad en el mutualismo y el cooperativismo”, resumió Benso en diálogo con Clarín Rural.
Actualmente, el Grupo de la Cooperativa emplea a 508 personas más 150 promotores y unos 100 productores entre los que hay 37 tamberos y agricultores. Durante un tiempo, hasta hace un par de años, Devoto fue un pueblo sin desempleo. “Actualmente no, porque Sancor pasó de 200 a 70 empleados y porque se frenó la autopista que se estaba haciendo de San Francisco a Córdoba y dejó 40 personas sin empleo”, lamentó Benso.
La cooperativa agropecuaria forma parte de la mutual, al igual que la cooperativa de servicios públicos, una asociación civil (el club), una fundación, una cooperativa de trabajo que lleva adelante una fábrica de ropa deportiva, un recuperado de polietileno de silobolsas con las que hacen bolsas y atienden un hotel, y una cooperativa para discapacitados, entre otras cosas. Leer Más